Frente al hotel boutique de Sevilla Plácido y Grata, se encuentra Nido, una cafetería con nombre de refugio y alma de casa.
Cuando los días se acortan y el aire empieza a enfriar las esquinas del casco antiguo, Plácido y Grata Nido se convierte en ese lugar en el que apetece refugiarse. Donde puedes desayunar en Sevilla sola, acompañada de un libro, con amigas o en familia, porque aquí también hay un rincón para los niños, un espacio de juego que convierte el desayuno en un momento de aprendizaje y diversión.
En Nido, las mañanas se viven sin prisa. Aquí no creemos en los desayunos fugaces; para nosotras son un gesto de cuidado hacia el cuerpo y el ánimo, un ritual hecho de ingredientes frescos, de temporada y de cercanía. Porque este no es el típico sitio de brunch con nombres en inglés y prisas disfrazadas de sofisticación. Plácido y Grata Nido es un lugar donde lo local tiene protagonismo, donde se conversa con el barrio y donde los productos vienen de negocios locales y familiares.
Nuestra carta sigue el ritmo de las estaciones y el pulso de la tierra. En otoño e invierno, los boles de granola casera con miel, el açai con fruta fresca y crema de cacahuete, o el porridge con plátano caramelizado y canela son desayunos que reconfortan y energizan a partes iguales. Los huevos de corral, frescos y ecológicos, se preparan fritos, revueltos o escalfados, y se combinan con ingredientes del entorno: chicharrón de Cádiz, setas confitadas, aguacate, quesos nacionales o panes artesanos de Pablo Conesa (Alternative Bakery).
Las tostadas son otro viaje de sabor: desde la nórdica con salmón ahumado, crema de queso al eneldo y ralladura de limón, que es casi un homenaje a nuestro interiorismo, hasta la más sevillana, con jamón ibérico y tomate confitado. Todo pensado para quienes buscan algo más que desayunar.
El ambiente en Nido es luminoso, acogedor, casi doméstico. Las conversaciones se entrelazan con la música suave y el repicar de las tazas. Afuera, Sevilla sigue su ritmo; dentro, el tiempo se dilata. Y en ese intervalo, entre bocado y sorbo, uno entiende por qué este rincón se ha convertido en punto de encuentro tanto para locales como para viajeros que, durante su viaje a Sevilla, buscan algo auténtico.
Porque desayunar con niños en Sevilla, con amigas o en solitario, puede ser un lujo sencillo. Uno de esos placeres cotidianos que recuerdan que las mejores experiencias no siempre se encuentran en los lugares más ruidosos, sino en aquellos que te invitan a quedarte un poco más. Y Nido, fiel a su nombre, es exactamente eso: un cobijo para el cuerpo y para el alma, en el corazón más cálido de Sevilla.
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