Si tu próxima escapada a Sevilla busca autenticidad, hemos reunido los lugares que los propios sevillanos frecuentan, donde el tiempo parece detenerse entre tapas, cerámicas y atardeceres dorados junto al río.
Pocos placeres pueden competir con unos buenos churros con chocolate caliente y, en Sevilla, el Bar El Comercio (C. Lineros, 9) es el lugar para hacerlo. Este clásico bar de pie, con su ambiente bullicioso y aromas a café recién hecho, es donde los locales comienzan la jornada. Sin distracciones ni menús extensos: churros crujientes, chocolate, zumo de naranja y café. Sencillo, pero inolvidable.
Pasear por el barrio de Santa Cruz es un viaje en el tiempo, y en sus pasadizos descubrirás pequeñas joyas como Populart (Pje. de Vila, 4), una tienda de cerámica que recoge la herencia artística andaluza. Si buscas moda con carácter, en el casco antiguo de la ciudad te recomendamos Isadora (C. Don Alonso el Sabio, 9a) una tienda de moda y accesorios dónde tienen una selección de marcas, muchas de ellas locales, maravillosas. Más adelante, Tenderete ( C. Ortiz de Zúñiga, núm. 17) es un refugio para los amantes de la artesanía.
Para empaparte de la esencia gastronómica sevillana, dirígete al Mercado de Triana (C. San Jorge, 6), donde los ingredientes más frescos se exhiben con el desparpajo propio del barrio. Y cuando la noche cae, nada como cenar en El Rinconcillo (C. Gerona, 40), el bar más antiguo de Sevilla (desde 1670). Aquí, entre azulejos y barricas de vino, los camareros anotan la cuenta en la barra y sueltan chistes en inglés con una espontaneidad que solo la experiencia otorga. La bulla, el tapeo y la historia se funden en este templo gastronómico.
Si buscas una experiencia culinaria más contemporánea y ligada a los productos de temporada, Casa Orzáez (calle Betis 67), cerca de Plaza de Cuba, es un lugar imprescindible. Este espacio polivalente reúne restaurante, obrador y tienda, con una propuesta gastronómica basada en el alimento vivo, el respeto por la materia prima y las técnicas de cocina más honestas. En su terraza, con algunas de las mejores vistas de la ciudad, podrás disfrutar de desayunos, almuerzos, tardeo de quesos y vinos, o cenas especiales.
Para una pausa tranquila entre paseo y paseo, nada mejor que nuestra nueva cafetería Plácido y Grata Nido (C. Sauceda, 6). Ubicada justo delante del Hotel boutique Plácido y Grata, este espacio invita a disfrutar de un café de especialidad o un batido, acompañado de repostería artesanal o un brunch en un ambiente sereno y acogedor. Un lugar donde el ritmo de la ciudad se desacelera, permitiendo saborear Sevilla con calma y estilo.
A veces, lo mejor de Sevilla se esconde fuera de las rutas marcadas. Un paseo por la ribera del Guadalquivir, desde la Torre del Oro hasta los Jardines del Guadalquivir, ofrece un respiro del bullicio del centro, con corredores, ciclistas y piragüistas disfrutando del agua. Al final del recorrido, la calle Betis te espera con su luz dorada reflejándose en el río, el mejor escenario para un atardecer inolvidable.
Los jueves, la calle Feria cobra vida con su mercadillo, un collage de antigüedades, moda flamenca y objetos curiosos. Más allá del mercado, Casa Vizcaíno (c. Feria 27) es una parada obligada para quienes buscan autenticidad. Este bar, frecuentado tanto por bohemios como por veteranos con sombrero, es un viaje en el tiempo con su vermú casero y sus estanterías llenas de botellas de jerez polvorientas. Un rincón donde cada sorbo es un guiño a la Sevilla más castiza.
Para una experiencia auténtica de flamenco, la Taberna Gonzalo Molina (C. Relator, 94) en el barrio de la Macarena es un refugio de arte y resistencia. Aquí, los lunes y miércoles, músicos locales se reúnen para ofrecer una velada mágica entre guitarras, cantes y palmas. Un rincón que sigue abierto gracias al amor de su comunidad.
Entre naranjos y estanques de nenúfares, el Parque de María Luisa es un oasis donde la arquitectura de la Plaza de España se combina con la calma de sus senderos menos transitados. Y si buscas una última parada antes de despedirte de la ciudad, en la Bodega Santa Cruz (C. Rodrigo Caro, 1), conocida como Las Columnas, te enfrentarás a camareros que anotan la cuenta en la barra y sirven tapas legendarias como el montadito de pringá o las berenjenas con miel. Comer de pie nunca supo tan bien.
Sevilla es una ciudad que no se descubre en un solo viaje, pero con esta Guía de Sevilla, al menos tendrás el privilegio de vivirla como un local. Desde el Hotel boutique Sevilla Plácido y Grata, cada rincón de la ciudad está al alcance de los viajeros más curiosos. ¿Te animas a descubrirla a tu manera?
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