El cielo se expande, el azahar florece y todo parece moverse a cámara lenta, como si el tiempo también quisiera saborear cada instante. Y no hay mejor lugar para comenzar este viaje sensorial que desde un hotel boutique en Sevilla como Plácido y Grata, donde la belleza cotidiana se cuida al detalle y cada rincón invita a una pausa.
Despertar aquí es otra forma de viajar. Desde la calma de tu habitación, donde la luz se cuela suavemente por las cortinas, hasta el primer aroma del día: café de Nomad Coffee recién molido, pan tostado y frutas frescas que esperan sobre la mesa. El desayuno en la cafetería del hotel es un ritual y toda una declaración de intenciones. Entre tazas humeantes y el murmullo de conversaciones que apenas empiezan, algo se activa: los sentidos, la emoción, las ganas de descubrir Sevilla.
Salir a la calle en esta época es como entrar en un escenario vivo. El aire huele a naranjo en flor, las fachadas brillan bajo el sol, y las sombras que proyectan las rejas y los balcones parecen poesía. Caminar sin prisa por el centro histórico, dejarte llevar por la intuición y descubrir ese rincón que no sale en las guías, se convierte en un paseo que activa todos los sentidos. El oído se llena de pasos, guitarras, risas. La vista se encuentra con la belleza de los detalles. Y el alma, simplemente, se expande.
Antes de que el sol esté en lo alto, nada apetece más que sentarse en alguna terraza, pedir una copa y compartir tapas que saben a Andalucía. Sevilla vive hacia afuera, y en primavera, más que nunca. Es el momento de mirar alrededor, de observar cómo la ciudad late y de que tú te sientas parte de ese latido.
De vuelta en el hotel, todo invita al descanso. La habitación te recibe como un refugio íntimo, fresco, silencioso. Un baño sin prisas, un gesto de cuidado con los productos de Rowse, pensados para reconectar con lo esencial, para recordarte que también estás aquí para ti.
La tarde continúa con un capricho dulce en Plácido y Grata Nido antes de salir de nuevo. Puede que elijas perderte por La Alameda, con su ambiente efervescente y su mezcla de estilos, o acercarte al río y dejar que la puesta de sol sobre el Guadalquivir te sorprenda con su luz dorada.
Porque en Sevilla, la primavera no solo se vive, se siente. Y aunque la ciudad celebra por todo lo alto la Semana Santa o la Feria de Abril, lo cierto es que su esplendor se encuentra en cada detalle, en cada esquina. En la experiencia de dejarte llevar. Y en ese pequeño lujo de saber que, al final del día, siempre te espera Plácido y Grata.
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