En el hotel Plácido y Grata, cada instante tiene su propia melodía. Una banda sonora que cambia con la luz del día, con el ánimo de los huéspedes y con el ritmo pausado de Sevilla.
Como cantaban Lole y Manuel en Nuevo día, el aire huele a pan nuevo. Y en nuestras habitaciones, el despertar tiene ese mismo aroma de calma y promesa. Cuando la ciudad aún duerme un poco, quizás en Plácido y Grata ya suene el piano de Bill Evans, limpio y profundo, como una caricia que anuncia lo que vendrá. Las sábanas son frescas, el sol se filtra despacio, y cada nota invita a remolonear un rato más en esa habitación que es un refugio y una oda al bienestar.
En la cafetería de Plácido y Grata, el ambiente se llena de vida. El aroma del café de especialidad, los colores de las tartas caseras y los sonidos que emergen de una ciudad que empieza a desperezarse crean una armonía suave, perfecta para un desayuno largo en Sevilla. Las voces de Ella Fitzgerald o Melody Gardot marcan el ritmo de las primeras conversaciones del día.
Al mediodía, la banda sonora se llena de luz. En Plácido y Grata Nido puede sonar una bossa nova discreta, un bolero o quizás algo de Jorge Drexler. El vermut se acompaña de acordes ligeros, que se mueven al ritmo de los pasos en la calle, del sol sobre la piedra, de esa manera que tiene Sevilla de convertir cualquier momento en una escena.
Y al caer la tarde, todo cambia. Subimos a la terraza. Hay una pequeña alberca para refrescar los pies, una copa entre las manos. Puede sonar Blue in Green o una versión instrumental de My Favorite Things de Coltrane. El cielo se vuelve dorado y el jazz se funde con la luz como solo ocurre en el sur.
La noche baja con voz grave. En la coctelería, cada copa tiene su propio ritmo: bajos elegantes, notas cítricas, melodías que suben y caen. Puede sonar Duke Ellington, Charles Mingus u otra melodía en manos del trío de jazz que, algunos días, conquista nuestra terraza ofreciéndote un concierto íntimo y envolvente.
En el hotel Plácido y Grata no solo se recorre: se escucha. Como una canción que no se olvida, como un nuevo día en Sevilla, donde cada rincón tiene su compás.
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